Esperar en Él


“Alma mía, en Dios solamente reposa, Porque de él es mi esperanza.
El solamente es mi roca y mi salvación. 
    Es mi refugio, no resbalaré.
En Dios está mi salvación y mi gloria; 
    En Dios está mi roca fuerte, y mi refugio.
Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; 
    Derramad delante de él vuestro corazón; 
    Dios es nuestro refugio.”
Salmo 62:5-8

A veces pienso que mi vida es como una sala de espera de un doctor donde estoy tratando de mantenerme tranquila porque por dentro estoy llena de preocupaciones, molestias y dolor.  Me llaman “paciente” cuando por dentro estoy desesperada por saber no tanto el diagnóstico sino el tratamiento médico que el doctor me va a prescribir.   Lo que realmente espero es que haya una pastillita que yo me pueda tomar para recuperarme cada vez que me enferme porque encuentro difícil dejar de hacer lo que me enfermó y hacer lo que el médico me señale. 
¡No puedo poner mi vida en pausa!  ¡Voy construyendo un avión en el aire!  ¡Necesito todo y rápido! Entonces no puedo esperar porque no he aprendido a esperar.  La desesperación llega cuando veo que no se va a dar lo que estoy esperando, cuando ni de chiste se están cumpliendo mis expectativas.  Además soy perfeccionista  y por lo tanto procrastino, es decir, espero el mejor momento y actitud para hacer las cosas y, como difícilmente se dan, termino haciendo nada.  Y si me enojo y con eso no sólo empiezo a arruinar mi vida, sino la de mi familia o los que están a mi alrededor en ese momento….
Pero siempre hay esperanza. ¡Bendito sea Dios que no me deja hundirme en la desesperación!  Él viene y suavemente me dice: “Mírame”.  Y, ciertamente, sólo basta desviar mi mirada un segundo hacia Él para que todo cambie.  Es como si  en el momento se me presentara un camino tenebroso y obscuro y otro resplandeciente y alegre, ¿cuál crees que elijo?  Y cuando empiezo a caminar por ahí veo como todo empieza a cambiar, empezando por ese sentimiento de opresión en mis entrañas.  Ya no estoy tensa y hay claridad en mis pensamientos; siento que me puedo tomar unos minutos para orar, pensar, pedir perdón  y planear un mejor camino.  Entonces puedo escucharlo y saber que Él está conmigo.  Yo sólo tengo que hacer lo natural para que Él obre lo sobrenatural. Luego le dejo los resultados a Él, porque en ese momento me olvido de mi “avión”… sólo quiero seguir en Su presencia, sólo quiero estar con Él y recibir lo que Él ha preparado para mí.
Y por eso cada día me levanto con la intención de estar en esa sala de espera negándome a mí misma y muriendo para que Su Espíritu me vivifique y sea Él el que construya mi vida.  No debo desear lo que el mundo me ofrece en ese momento, debo saber esperar porque voy a recibir algo mejor; tengo la promesa. 

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