Si tuviera fe

Si tuviera fe

Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre.  Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos.  Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos… Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.  Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.  Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios.   Marcos 11:12-14,20-22
 A este pasaje lo conocía como el de “La Higuera Estéril”, pero un día me di cuenta que este es un título equivocado; Jesús buscó en la higuera cuando “no era tiempo de higos” y al no hallar en ella lo que buscaba, la maldijo.  ¡Híjole!  ¡¿Qué podía decir!?  Sonaba injusto, pero imposible, ¡fue Jesús el que buscó higos cuando no era tiempo de higos! 
Entonces tuve que aprender lo que verdaderamente significa tener fe.  Tuve que, de la higuera, aprender la parábola de Jesús (Mr. 11:28-37): Velar para que cuando venga mi Señor, en el día que no espero, y a la hora que no sé,  no me halle durmiendo sino me halle preparada (Lc 12:46-47).
 Ahora bien, eso de velar no se trata de otra cosa más que de esforzarse, es decir, de  hacer empleo enérgico del vigor o actividad del ánimo para conseguir algo venciendo dificultades con el fin de agradar a Dios y a nadie más.  No se trata de usar la fe para las dificultades personales: “Por fe declara tal y tal cosa y te será hecho”  La fe no es la lámpara maravillosa.
 Entonces, ¿qué es la fe?  Yo firmemente creo que no es  el versículo 1 de Hebreos 11, sino el 6 el que mejor la describe: Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”  Es decir, la fe es aquello que me permite agradar a Dios y esperar algo mejor que ni si quiera se me ha ocurrido (He 11:16; 1ª Co. 2:9) y no necesariamente lo que creo que Dios me ha prometido (He. 11:39-40).  Fijémonos bien en el versículo 6, ahí no se menciona nada mas que un galardón, es decir, un premio, un trofeo o, para escucharme más bíblica, una corona…
 Entonces la fe no es lo que me saca de mis apuros personales, sino lo que me insta a hallar tiempo en mi agenda, dinero en mi monedero, y qué compartir en mi clóset o alacena, por mencionar algunos ejemplos.  Más me vale no decir “no tengo” (Mt. 25:29) porque lo que sí tenga me va a ser quitado (¡no más mira lo que le pasó a la higuera!).  Entonces tengo que prepararme, tengo que velar para escuchar lo que Dios quiere para entonces declararlo por fe (Ro. 10:17), porque voy a hacer Su voluntad y así agradarle , y que -a cambio- solamente puedo esperar recibir lo que Él me quiera dar.  Creer que si Dios gana, ganamos muchos.  Es así, y sólo así que cada vez que venga a mí voy a estar preparada… voy a tener “higos” que darle aunque no sea tiempo de “higos”.

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