¿Quién tiene tiempo?


Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu  nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?  Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.  Mateo 7:22 y 23

Por varios años he participado en varios congresos, seminarios, reuniones y eventos paraeclesiásticos.  Cada uno me brindaba un poco de importancia que me hacía sentir imprescindible.  Cada junta, plática o reunión en la que participaba para la organización de estos eventos me  daba la oportunidad de brillar, de lucirme, de mostrar de lo que estaba hecha.  Todavía recuerdo ver a la gente feliz de participar de “Su banquete” mientras yo corría por los pasillos para asegurarme que lo que seguía en el programa estuviese listo.  Yo pensaba que esto era servirle a Él porque servía para hacer públicas Sus maravillas o para dar a conocer Su nombre, y seguramente sí lo hacía, pero como puedes ver, muy profundo en mi corazón tenía otras intenciones.
Ahora me doy cuenta que puedo hacer muchas pero muchas cosas por Dios porque hay poder en el nombre de Jesús. ¡Sí!  Es un nombre que es sobre todo nombre y hace que se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra (Fi. 2:9 y 10).  También me doy cuenta que no soy yo las que las hace, porque si las hago en Su nombre, Él las hace.  Por supuesto que va a haber gloria, por supuesto que van a haber logros, pero por supuesto que van a haber milagros cuando haga las cosas por Su nombre, pero no por mí, sino porque el Señor me dijo que las haga y yo las hice en Su nombre.  Entonces, ¿qué es lo que he estado haciendo realmente?
“Hacedora de maldad” es como Él describe mi diario proceder.  Las 24 horas diarias que Dios me da cada día apenas me alcanzan para hacer lo que debo para mí, para mi esposo y familia.  Pero es el uso que yo dé a esas horas del que le voy a dar cuenta a Dios.  Él no lleva la cuenta de a cuántos congresos he ido porque él no quiere eventos, ni actividades ni mucho menos subirse a un escenario conmigo. ¡Debe haber una transformación en la manera que entiendo el buen uso del tiempo!  No debo llamarle “Señor, Señor” para presumirle lo que estoy haciendo, sino para, en una actitud disponible y dispuesta, escuchar y hacer lo que Él quiere. 
Y Él quiere conocerme.  Entonces cada día debo encontrar el tiempo en que estoy a mi 100% para dedicárselo a Él, no como parte de mi rutina diaria, sino como parte de Su agenda.  Tiempo de calidad.  Tiempo de intimidad.  Tiempo para conocerme.  Tiempo para que entienda lo que late en Su corazón…  Él desea compartir Sus sueños conmigo porque quiere que yo los haga realidad… en Su nombre.
“La mala noticia es que el tiempo vuela.
La buena es que usted es el piloto.”
-Michael Althsuler-

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