Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.
Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.” Eclesiastés 11:4-6
¿Qué pasa cuando llega el momento en que Dios nos muestra que debemos hacer algo especial para Él fuera de lo normal? Nos volvemos en los evaluadores expertos, encontrando cada uno de los contras, pretextos o excusas para no hacerlo: nunca lo hemos hecho así, no contamos con los recursos necesarios, no nos sentimos capaces, no estamos seguros de que llegue a un buen fin y/o tenemos miedo a fracasar. Nuestra tendencia al materialismo, al reconocimiento y nuestro temor ante la falla pueden evitar que demos ese paso por el Señor. Pero debemos reconocer que, a través de la historia, Dios ha usado personas imperfectas en situaciones imperfectas y en un mundo imperfecto para hacer Su perfecta voluntad.
Salomón nos enseña en Eclesiastés que si esperamos las condiciones perfectas jamás lograremos nada y que, en otras palabras, si esperamos en Dios Él obrará maravillas que no podremos prever porque no podemos ver lo que Él ve o saber lo que Él sabe. Si insistimos en querer tener todo resuelto antes de tomar acción, nunca conoceremos la emoción de vivir por fe guiados solamente por Su palabra y Su espíritu. Lo que nos toca hacer es lo que podemos y a Él lo que no podemos. ¡No dejemos de hacer lo que hoy está en nuestra mano hacer!
Se necesita fe y actitud para reconocer a Dios. Raramente Dios ha presentado “retos” a sus hijos donde les haya tenido todo arreglado para que ellos no tuvieran de qué preocuparse. Si fuera así, Pedro no hubiera pagado los impuestos después de ir a buscar la moneda dentro de un pez, los discípulos no hubieran pescado tanto al echar la red a la derecha de la barca después de haberlo intentado toda la noche sin éxito alguno, ni la multitud se hubiese saciado con los 5 panes y 2 peces que un muchacho ofreció a Jesús… Tuvieron que haberle escuchado, creído y actuado conforme a Sus instrucciones (Mt. 17:24-27; 14:15-21; Jn. 21:1-6).
Si hay proyectos que sabes que son de Dios y no has realizado por alguna razón, hoy debes arrepentirte y pedirle perdón y fe. Pregunta al Señor para saber quién está esperando a quién; tal vez sea que el Señor esté esperando a que tú des el paso de fe que se necesita dar en la situación para que las cosas comiencen a cambiar. Cuando el Espíritu diga a tu corazón “Ahora es el tiempo”, no esperes más, extiéndete, ve y tómalo. No esperes las condiciones perfectas. Encomienda al Señor tu vida y tu camino, obedece a Cristo y verás cómo lo que rindes ante Su presencia Él lo transforma para mostrar Su grandeza y Sus maravillas.
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